Revolución Humana

El caos es algo; la nada, va más allá. De hecho, en el zen, cuando se llega a experimentar la nadidad del ser, es cuando finalmente todo es lo que es.

Vivir caóticamente ya es una negación del orden, por lo tanto, no puede ser la nada. La nada lo es todo, pues en la nada todo cobra su forma, no hay negación ni dualidad.

Una de las características de la nada es que ya no hay dualidad. Parece un caos, parece un absurdo, pero es así sólo visto desde una perspectiva limitada de una consciencia restringida por su propia necesidad de discernir y de orientarse a sí misma dentro de la vastedad de lo infinito, mas eso no significa que todo lo que queda fuera de esas restricciones de la consciencia sea un caos, o un orden, simplemente ES...

Independientemente de lo que para la consciencia esto significa o deje de significar, la consciencia no puede percibirlo todo pues terminaría desorientada y falta de sentido. Entonces la consciencia, a través de la nada, suelta sus propias concepciones, sus propias restricciones y se deja ser en todo cuanto ES, sin determinar lo que ES... se convierte en el todo al ser nada.

De esta forma las cosas aparecen como lo que son y ocupan su lugar de origen sin desequilibrar el todo y así la nada pasa a SER - escuchada. Hay un orden en el caos y eso es sólo comprendido a través de un proceso creativo que va más allá, incluso, de lo que creemos SER.

En este caso se figura la forma del totem como un falo que da origen a la vida. Y se hace referencia al sexo como fuente de la vida. La vida parte del sexo y quién diga que "no", está viviendo en la novela de Aldous Huxley, Un Mundo Feliz, se technologizó y se deshumanizó sugestivamente en su búsqueda por el gran orgasmo, el gran ecstasis vital debido al cuál el mundo pierde, una y otra vez, el equilbrio; tras lo cual deviene el equilibrio, una vez más.

Y lo dejo hasta aquí porque ésto no tiene fin.