Por consiguiente, todas las religiones, todas las enseñanzas, no son más que puntos de referencia, símbolos; o sea, medios hábiles. Esto encierra, en el sutra del loto, a todas las enseñanzas y religiones de una manera objetiva y práctica. En resumidas cuentas, toda religión que excluya de sí misma cualquier cosa, por ínfima que sea, no es más que una enseñanza provisional. El sólo hecho de ser una religión ya la convierte en un medio hábil o recurso oportuno. En este capítulo el Buda revela que lo que todas las enseñanzas pretendían mostrar, independientemente de sus diferencias, era la misma verdad, la misma ley. Y esta ley es imperceptible e imposible de sondear porque siempre ha estado allí, aquí mismo y ahora, es la vida. No existe forma de encasillarla, medirla, etiquetarla, clasificarla, evaluarla. No hay adjetivos posibles, su valor está más allá de todos los conceptos de la mente humana transitoria. Sin embargo, se puede transcender toda limitación y describirla.